lunes, 20 de junio de 2011

Oye, tengo una duda...

-        - Oye, tengo una duda. ¿Cómo se sabe si alguien es tu media naranja? Osea, ¿qué es para ti? ¿Qué es el tío de tu vida?
-          Yo que sé, ¿y esa pregunta ahora?
-          No sé, se me ha ocurrido…
-          Yo creo que es algo así como una seguridad…un sentimiento de saber que él es todo lo que buscabas, aunque ni tú misma supieras realmente qué buscabas… ¿Me entiendes?
-          Mmm.. creo que sí…
-          Mira, tiene que ser alguien que te entienda siempre, hasta cuando no te entiendes ni tú. Alguien que sea capaz de enfadarte, pero solo un poquito, lo suficiente para demostrarte que te conoce bastante como para conseguir ponerte de los nervios y sacarte una sonrisa al minuto. Alguien con quien no tengas que buscar tema de conversación, porque los silencios a su lado… será maravillosos. Alguien que conozca todas tus sonrisas y sea capaz de imitar todos tus gestos y reacciones…Alguien con quien puedas abrir tu corazón con facilidad, con quien puedas llorar y reír a un tiempo… Alguien en quien confíes y que te demuestre su confianza, que te cuide, que te de lo mismo o más que tu le das, que no le importe esperarte horas mientras te arreglas, porque con tu sonrisa para él se arreglará todo… Alguien que…. Alguien que…
-          Aish… ¿todo eso hay que notar?
-          Y seguro que más…
-          Pues…no hay que liar nada para encontrarlo….
-          Pero cuando lo hagas, no tendrás dudas, sabrás que es él

sábado, 4 de junio de 2011

Miedo(s)

Miedo, del latín metus, según el diccionario de la RAE, perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario o recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea. Hay muchos tipos de miedos, casi tantos como personas y como tal, cada uno los expresa a su manera.
Uno de los miedos más típicos que hay es el miedo a la oscuridad, hay niños que de pequeños no pueden dormir a oscuras, en casos más extremos, ni caminar junto a sus padres por una calle a la que le falten un par de farolas. Hay gente que les tiene miedo a los perros, muchos porque han sufrido algún trauma, pero otros, sin razón aparente, no les gustan, no confían en ellos. Gente que le tiene miedo a las alturas, a bañarse en el agua, al fracaso, al ridículo, a los espacios cerrados, a conocer gente nueva, a la relaciones…
En fin, para todos los gustos, pero, como decía antes, cada cual lo expresa a su manera y sólo nosotros mismos somos capaces de valorar nuestro miedo y conocerlo hasta tal punto de saber hasta donde éste nos deja llegar. Por ejemplo, aquel que le tenga miedo al agua sabe que, puede tirarse solo donde de pie, o bañarse en el mar hasta que le llegue el agua por la cintura… Aquel que tenga miedo a montar en bici, quizás acepte ir de paquete o incluso montar en moto… Habrá quien no soporte a las arañas, pero sea capaz de ver un documental en la televisión sobre la viuda negra, otros ni dibujadas en los libros…
Hace unos meses, en una clase, un profesor nos hablaba sobre el estrés como situación psicológica, no cómo reacción fisiológica. Él sostenía que el estrés simple y llanamente era la diferencia entre las capacidades subjetivas de un sujeto y de las que disponía realmente para enfrentarse a una situación. Yo le añadiría a uno de sus miedos. Es decir, la persona que no es capaz de nadar en el mar no tiene menos capacidades que la que sí lo es, pero su miedo le hace creer que no, que es imposible, que se hundirá y que no logrará mantenerse a flote…
Pero, ¿realmente podemos dejar que el miedo controle nuestra vida? Es inevitable, dirán algunos, es algo que va con la persona. Es cierto, todos tenemos miedos más o menos ocultos hacia algo. Sin embargo, ¿qué hay de malo en intentar plantarles cara? ¿En pararnos a pensar cuáles son nuestras verdaderas capacidades y nuestros verdaderos problemas? El secreto está en analizar la situación. Es decir, el que no sepa montar en bici, ¿por qué no puedo? ¿Sé lo que tengo que hacer? Sí, pero no tengo equilibrio ni destreza para aprender. Pues bien, comienza poco a poco, con las ruedecitas (o los patines), poco a poco, irás cogiendo seguridad, quita una de las ruedas, quita la otra… ahora pon un pie en el pedal, agarra fuerte el manillar, impúlsate y pon el siguiente y sigue pedaleando pensando en el equilibrio, aprende a frenar…y…sólo te queda tomar la curva…
No dejes que tu miedo dicte el camino de tu vida, enfréntate a él y que sea el que te ayude para poder superarte.

miércoles, 1 de junio de 2011

Evaluación de la memoria

Que caprichosa es la memoria, nos permite acordarnos de miles de canciones, somos capaces de revivir sensaciones que sólo no pareció percibir algún día, pero que cuando regresan, ya no se nos antojan nuevas, permitiéndonos vivirla con mayor intensidad si cabe… Memoria caprichosa que hace que no recordemos el dato, la frase clave para responder la pregunta de un examen…

Memoria que perdemos en beneficio de la sobreinformación que nos llega. Esta es nuestra era, la era de la información donde conocemos los detalles de una noticia a los pocos minutos de que ocurra, donde gracias a las redes sociales, España es noticia por una revolución.

Pero, ¿qué pasa con las noticias que ya no son de rabiosa actualidad? ¿Dónde se guardan? En las bibliotecas, en las redacciones de periódicos, de informativos hay habitaciones llenas de ediciones antiguas llenas de noticias olvidadas… Noticias olvidadas que antes, al menos, ocupaban habitaciones, pero ahora, son solo unos pocos megas en algún disco duro de algún ordenador en alguna habitación de alguna redacción…

Es cierto, sería imposible sacar un periódico toda la progresión de todas las noticias sobre las que se escriben diariamente… tampoco habría tiempo en un telediario para ver todas imágenes de todo lo que pasa y de lo que va pasando… Quizás es que sean muy necesarios los anuncios o quizás no interese que ciertos temas sigan de actualidad. O quizás hayamos llevado hasta el extremo el concepto de “rabiosa actualidad” preocupándonos solo de aquello que está de moda.

¿Qué ha pasado con Japón? ¿Han podido ya los eficientes y trabajadores japoneses reconstruir su país? ¿Se ha conseguido solucionar el desastre nuclear? ¿Qué va a pasar con el resto de centrales? ¿Tiene ya Haití todos los recursos necesarios como para, al menos, volver a su situación anterior? ¿Qué ha pasado con Lorca? ¿Ya se han derribado todos los edificios? ¿Han podido realojar a las familias? ¿Se sabe por qué un terremoto de una intensidad causa daños correspondientes a otra mucho más superior? Y lo que es aún peor, ¿siguen los ‘indignados’ confinados en sus plazas y calles? ¿Qué avances están consiguiendo sus propuestas?

No pasa nada si no se conoce la respuesta a algunas de estas preguntas, seguro que la próxima edición del telediario aparece algún anuncio en forma de noticia acerca de los beneficios que tiene usar gafas de sol en verano, o qué bien está cierto destino vacacional… Pues estamos viviendo la era de la información de actualidad, que traducido resulta, la era de...la desinformación amnésica.