sábado, 4 de junio de 2011

Miedo(s)

Miedo, del latín metus, según el diccionario de la RAE, perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario o recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea. Hay muchos tipos de miedos, casi tantos como personas y como tal, cada uno los expresa a su manera.
Uno de los miedos más típicos que hay es el miedo a la oscuridad, hay niños que de pequeños no pueden dormir a oscuras, en casos más extremos, ni caminar junto a sus padres por una calle a la que le falten un par de farolas. Hay gente que les tiene miedo a los perros, muchos porque han sufrido algún trauma, pero otros, sin razón aparente, no les gustan, no confían en ellos. Gente que le tiene miedo a las alturas, a bañarse en el agua, al fracaso, al ridículo, a los espacios cerrados, a conocer gente nueva, a la relaciones…
En fin, para todos los gustos, pero, como decía antes, cada cual lo expresa a su manera y sólo nosotros mismos somos capaces de valorar nuestro miedo y conocerlo hasta tal punto de saber hasta donde éste nos deja llegar. Por ejemplo, aquel que le tenga miedo al agua sabe que, puede tirarse solo donde de pie, o bañarse en el mar hasta que le llegue el agua por la cintura… Aquel que tenga miedo a montar en bici, quizás acepte ir de paquete o incluso montar en moto… Habrá quien no soporte a las arañas, pero sea capaz de ver un documental en la televisión sobre la viuda negra, otros ni dibujadas en los libros…
Hace unos meses, en una clase, un profesor nos hablaba sobre el estrés como situación psicológica, no cómo reacción fisiológica. Él sostenía que el estrés simple y llanamente era la diferencia entre las capacidades subjetivas de un sujeto y de las que disponía realmente para enfrentarse a una situación. Yo le añadiría a uno de sus miedos. Es decir, la persona que no es capaz de nadar en el mar no tiene menos capacidades que la que sí lo es, pero su miedo le hace creer que no, que es imposible, que se hundirá y que no logrará mantenerse a flote…
Pero, ¿realmente podemos dejar que el miedo controle nuestra vida? Es inevitable, dirán algunos, es algo que va con la persona. Es cierto, todos tenemos miedos más o menos ocultos hacia algo. Sin embargo, ¿qué hay de malo en intentar plantarles cara? ¿En pararnos a pensar cuáles son nuestras verdaderas capacidades y nuestros verdaderos problemas? El secreto está en analizar la situación. Es decir, el que no sepa montar en bici, ¿por qué no puedo? ¿Sé lo que tengo que hacer? Sí, pero no tengo equilibrio ni destreza para aprender. Pues bien, comienza poco a poco, con las ruedecitas (o los patines), poco a poco, irás cogiendo seguridad, quita una de las ruedas, quita la otra… ahora pon un pie en el pedal, agarra fuerte el manillar, impúlsate y pon el siguiente y sigue pedaleando pensando en el equilibrio, aprende a frenar…y…sólo te queda tomar la curva…
No dejes que tu miedo dicte el camino de tu vida, enfréntate a él y que sea el que te ayude para poder superarte.

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